domingo, 23 de diciembre de 2012

Imprescindible...




Existe  una creíble comunión con el sol, la intención va por parte nuestra,  pero es  esa bestial armonía lumínica la que  hace aflorar lo que estaba guardado…

Comienza el ritual

El infalible hilo penetra en  el símil y  energético  chacra, un albur silvestre aroma a limón, detecta el fino entrelazado de los poros y entra…

 

La comunión avanza,  sentimientos dormidos del fragor del Amor se desatan,  dando color a la entremezclada tarde, aunque las horas no existen en este nuevo mundo  el tiempo las marca,  de la rama de la palmera hacia el costado izquierdo…

La  más abundante  de sus verdes  hojas  y  la  primera   allí   su descenso.   Solo la marca que en la tierra impera, el siempre acude a iluminar…

Ahora son muchos hilos los que arrastra por mi piel,  arde como si me amara con la pasión de un titán, es mucho más…

Nada reclamo,  siente que soy parte como el en este paraíso y en este plano…

Somos uno,  yo le hablo el mismo idioma,  intento ser luz e imagino su grandeza para los días que algo lo oculte por completo hasta ser visto nuevamente en otro  amanecer…

Mi pecho en llamas mi piel convertida en rama,  del color de su luz, impera en el mínimo gran espacio que ocupa  la materia de mi  cuerpo,  con extremada infinitud mi  alma,.

Sin recuerdos solo él y yo... ahora baja tan lento,  como posesionando la única meta!.. Brillar así como lo hace la luna cuando él se vuelca a su blancor, ahora  las palabras no se perciben, no  alcanzan.

Salgo de su reto mortal incasablemente fértil para hacer que la vida prospere…

Bañe,   existente pertinaz e inocente cada acto materializado,  ¿imaginará cada vez que toca con sus puntas  la superficie fiele a si,  que  su fluido   candente  impositivo  incandescente en un latido  despierta hasta la más insignificante y aparente vida quitando para siempre la muerte?  Si,  porque él,  es La Vida…

María Verónica García