Existe una creíble
comunión con el sol, la intención va por parte nuestra, pero es esa bestial armonía lumínica la que hace aflorar lo que estaba guardado…
Comienza el ritual
El infalible hilo penetra en
el símil y energético chacra, un albur silvestre aroma a limón, detecta
el fino entrelazado de los poros y entra…
La comunión avanza, sentimientos dormidos del fragor del Amor se desatan,
dando color a la entremezclada tarde,
aunque las horas no existen en este nuevo mundo el tiempo las marca, de la rama de la palmera hacia el costado
izquierdo…
La más abundante de sus verdes hojas y
la primera allí su descenso.
Solo la marca que en la tierra impera,
el siempre acude a iluminar…
Ahora son muchos hilos los que arrastra por mi piel, arde como si me amara con la pasión de un titán,
es mucho más…
Nada reclamo, siente
que soy parte como el en este paraíso y en este plano…
Somos uno, yo le hablo el mismo idioma, intento ser luz e imagino su grandeza para los
días que algo lo oculte por completo hasta ser visto nuevamente en otro amanecer…
Mi pecho en llamas mi piel convertida en rama, del color de su luz, impera en el mínimo gran
espacio que ocupa la materia de mi cuerpo,
con extremada infinitud mi alma,.
Sin recuerdos solo él y yo... ahora baja tan lento, como posesionando la única meta!.. Brillar así
como lo hace la luna cuando él se vuelca a su blancor, ahora las palabras no se perciben, no alcanzan.
Salgo de su reto mortal incasablemente fértil para hacer que
la vida prospere…
Bañe, existente
pertinaz e inocente cada acto materializado, ¿imaginará cada vez que toca con sus puntas la superficie fiele a si, que su
fluido candente impositivo
incandescente en un latido
despierta hasta la más insignificante y aparente vida quitando para
siempre la muerte? Si, porque él, es La
Vida…
María Verónica García